No es necesario aclarar que todos somos diferentes. Lo sabemos y es evidente. Sin embargo, conciente o inconcientemente, solemos hacer comparaciones del desempeño escolar o el comportamiento de alguno de nuestros hijos, con uno de sus hermanos, otro familiar o amistades y conocidos. Esta actitud no consigue resultados positivos, y frecuentemente ocasiona resentimientos y mayores frustraciones.