Revista:
Sonríe mamá
Edición:
Noviembre – diciembre 2018
Existen varios motivos que pueden explicar que tu hijo sea insolente, pero debemos entender que ningún miembro de la familia debe tratarse con falta de respeto.
Mónica habla sobre este tema en este artículo publicado en al Revista Sonríe Mamá (edición noviembre – diciembre 2018).
En ciertas ocasiones los padres se quejan de que sus hijos se comportan de manera insolente con ellos y se sienten contrariados respecto a cómo enfrentar esta situación, donde claramente se traspasa el límite del respeto.
Lo cierto es que son variados los motivos por los que un hijo puede ser grosero contigo. Pensar que todos los niños tienen la misma razón para hacerlo provoca, en el menor, sentimientos de incomprensión y, en ti, utilizar la estrategia educativa equivocada que no solo no arreglaría la situación, sino que potencialmente podría agravarla.
– Mal día. Esta es la más “fácil” de las razones por las que un hijo puede ser grosero. Aunque es evidente el motivo por el que está de mal humor, a un hijo siempre se le debe permitir estar enojado, pero nunca se le debe permitir ser irrespetuoso. Explícale cuál es la adecuada expresión de su molestia (no tener ganas de conversar o convivir, estar en su pieza, etc.) y cuál es la inadecuada (no decir “gracias”, “por favor”, etc., por ejemplo).
– Etapas más difíciles. De los 3 a los 5 años ocurren las pataletas. A los 9 empieza la pubertad. A los 13, la adolescencia. En estas 3 etapas suelen ocurrir las insolencias más emblemáticas de los hijos. Aprender las características propias de la etapa de desarrollo que está viviendo tu hijo, te ayudará a entender que muchas de sus respuestas ocurren más por lo que está sucediendo dentro de ellos, que lo que está sucediendo afuera. Es decir, aunque es contigo con quien está siendo grosero, el “ataque” no es personal.
OJO: El hecho de que sea una característica propia de una etapa, no quiere decir que debes permitirle que sea insolente. Siguiendo la metodología de la “cariñosa firmeza”, corrige el mal comportamiento. Sin embargo, aprovecha momentos de calma para hablar con él y lo que está viviendo, para que aprenda a conocerse y a controlar los momentos difíciles. Esto es lo que le dará resultado a más largo plazo, facilitando su relación contigo y con los demás.
– Tu estrategia educativa. Esta opción puede ser la más dolorosa, porque significa que las respuestas insolentes de tu hijo no suceden por él, sino por la manera en la que lo has educado hasta ahora. Como ya lo he dicho, es “normal” que un hijo sea grosero alguna vez en su vida, pero estas ocasiones deben ser esporádicas y muy poco numerosas. Si cuando ocurren las has corregido a tiempo y con cariñosa firmeza, se irían espaciando, logrando educar en tu hijo el auto-control, el respeto y la consideración en su trato contigo y con los demás.
Reflexiona y analiza lo que está sucediendo en casa: ¿eres demasiado suave y permisiva? O tal vez lo opuesto, ¿dura e inflexible? Ambos estilos pueden provocar resentimientos en los hijos, que los lleven a estar enojados y a contestar mal. Si crees que el problema está en este inciso, ¡manos a la obra! Tardarte en cambiar tu estrategia sólo agravará los problemas y distanciará tu relación con tu hijo.
– Combinación de cosas. Por supuesto puede ocurrir que tu hijo esté “sufriendo” de la combinación de 2 (¡o más!) de las opciones antes explicadas. La clave está en, antes de reaccionar a la insolencia, des un paso atrás y analices la situación, para que puedas identificar lo que está sucediendo y planear lo que harás. Deja de retar y castigar por un momento. Cuando ambas partes sólo se dedican a reaccionar (dices algo, tu hijo se enoja y responde insolentemente, te enojas y lo regañas y el ciclo reinicia), nadie está aprendiendo nada. Nadie está mejorando nada.
A pesar de que por momentos parezca que has perdido la batalla, te garantizo que puedes lograr avances importantes haciendo los cambios necesarios. ¡Ánimo! ¡Fuerza! ¡Paciencia! Y, sobre todo, buen humor.
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