Cuando nos enamoramos, lo que nos encanta de la persona amada, es su unicidad: pensamos que no hay otro(a) igual. Su personalidad, sus gestos y manías, nos resultan tan especiales que no podemos más que sentirnos “hechizados” por sus encantos. Cuando esta relación se formaliza y la pareja se compromete en matrimonio, lo que al principio es una elección por atracción, se transforma en una elección por decisión. Depende de nosotros el seguir rememorando lo que hizo de nuestra pareja lo único y especial que originó sentimientos tan fuertes que los llevó a unirse para siempre.