No hay nada que ponga más a prueba la paciencia de un padre, que un hijo haciendo una pataleta. No hay razonamiento que sea útil, no hay negociación que triunfe. Lo único que parece que tranquilizará al niño, será el salirse con la suya, lo que sabemos, asegurará que el pequeño (o a veces el ya no tan pequeño) incremente el mal comportamiento. ¿Qué hacer para no convertirse en el «nuevo Herodes»? ¿Cómo evitar que ocurran y cómo manejarlas adecuadamente cuando se presenten?
299. ¡Otra pataleta! ¡Mi hijo está fuera de control!
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Mar