Los instintos son imposibles de controlar. Existen para asegurar nuestra supervivencia y se han mantenido por siglos enteros, inamovibles, a pesar de los procesos evolutivos que han ocurrido en el ser humano. Los impulsos, sin embargo, son otra historia. Pueden ocurrir en cualquier momento, pero están sujetos a nuestra voluntad. Mientras tengamos este hecho claro, podemos estar al mando de lo que sentimos, para hacer lo que sabemos que es lo mejor para nosotros.