El suicidio siempre deja, entre quienes rodeaban a quien lo comete, una tormenta de sentimientos de culpa y tristeza: «¿Cómo no me dí cuenta de las señales?», «¿Cómo pude evitarlo?» Preguntas imposibles de contestar, pues el evento, tristemente ya ha ocurrido. Lo que se necesita alcanzar, poco a poco, para honrar la memoria del que ya no está, es el de recordarlo en sus buenos momentos, los alegres, los que nos permitirán encontrar paz interior.
351. El suicidio
23
Ago