Es una forma muy cómoda de defenderse. Elimina toda responsabilidad sobre los daños ocasionados por nuestra propia conducta, y por supuesto, no exige esfuerzo alguno, porque, ¡la culpa de que yo haga algo malo es de otro! Es un arma frecuentemente utilizada en el matrimonio, y tristemente ocasiona resentimientos y alejamiento en la pareja, que con el tiempo dificulta seriamente una reconciliación.
332. ¡Tú tienes la culpa de mí!
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Jun